Ellas juegan a fútbol

Nanda Hernández dos Reis


Somos unos cuantos padres parapetados en el bar y conectados a nuestros portátiles, o a nuestras lecturas. Una imagen que rompe con lo esperado cuanto menos en un campo de fútbol. Puede que la razón sea que en la A.D. Son Sardina (Asociación futbolera de un barrio de Palma) hay muchas chicas que entrenan y las que acompañamos no somos unas forofas o entusiastas del juego. O que antes solo iban al bar del campo de fútbol los forofos y no los padres de las criaturas. También podría ser que los padres hayamos evolucionado y ya no estemos tan pendientes de ir dando órdenes futbolísticas a nuestros retoños que se afanan en cumplir las del entrenador en el campo de juego, que es el que sabe... Ésto irá cambiando con el paso de los días y el fútbol irá conquistando nuestros corazones hasta el punto de que nos haga gritar consignas en la gradería durante los partidos e incluso entrenos, o de disputar un partido de padres contra hijas a las tres de la tarde a pleno sol después de haber ingerido cantidades ingentes de perritos calientes y “cocas de trampó*” para celebrar el fin de la temporada.

El fútbol es así.


También han ido cambiando las chicas desde los primeros días. Entraron como personas diferenciadas y reconocibles, también de forma tímida, pero una vez juntas y después de meses entrenando tres veces por semana y jugando una vez a la semana, es como si se “simbiotizaran”. Van adoptando los gestos unas de otras y el uniforme acaba de cerrar el círculo de la confusión. Suerte de los nombres en las camisetas sino sería complicado distinguirlas: mismo tamaño de altura, cabello largo en coleta y una pose pasota. Son las chicas que juegan al fútbol, que después de cuarenta años desde que las mujeres se iniciaran en el deporte de masas, se siguen reconociendo valquirias ante el reto de estar en un ámbito tradicionalmente masculino. 


Durante los partidos, que juegan en la liga masculina ya que no hay suficientes equipos femeninos en categorías inferiores, además de que en esas edades no importa tanto dividir por sexos, muchas jugadoras todavía desconfían y pareciera que tuvieran miedo de entrar a los chicos y robar la pelota. O de decepcionar al público y entonces juegan a no arriesgar demasiado. En cambio hay otras jugadoras, conscientes de su potencial que regatean, saltan, hacen figuras bonitas con el balón en los pies, roban y salvan pelotas de forma obstinada y concentrada y se las ve la mar de satisfechas. Son “las buenas”; las que se lo creen, confían y acaban siendo bastión del equipo. Cuestión de confianza.


En los diferentes partidos que han ido disputando en la liga, escucho de entrenadores, de padres y de las propias jugadoras unas cuantas excusas para no creer, para no arriesgar, ni confiar. Entiendo que esa actitud podría responder al miedo subyacente e inconsciente de romper el “status quo” de que ellos son más fuertes, que llevan más tiempo jugando -desde los cuatro años la mayoría-,  que son equipo desde siempre y de ahí las estrategias y jugadas aprendidas al dedillo. 


En todas esas afirmaciones hay algo de verdad, pero ¿y si con sólo pensar de esa manera se hubieran privado de la posibilidad de ganar partidos, se hubieran privado siquiera de marcar goles? 


Seguirán los entrenos en el curso que viene y esperamos poder trasladarles a nuestra leonas que son capaces de ganar contra chicos y contra chicas. En el fútbol no hay nada determinado de antemano, cada partido puede ser una sorpresa. En esta liga que ha acabado han sido capaces de perder con dignidad y hasta con orgullo. Las valquirias volverán al terreno de juego para hacer buen fútbol y también para ganar.


*coca salada típica de las Islas Baleares y especialmente de Mallorca. Consiste en una masa de pan plana y cuadrada, con hortalizas cortadas a trocitos que luego es horneada

Comentarios

  1. Está muy bien, Nanda. No sé qué pegas ponerle. Está claro que las chicas lo tienen (lo tenéis) difícil en ese entorno tan machista que es el fútbol. Yo, que soy muy raro, soy poco futbolero, salvo partidos de la selección que tiene otro carácter. Siempre he sido más de fútbol.
    Hace falta que esas chiquillas se lo empiecen a creer y jueguen sin los miedos y los prejuicios de siempre. Así que, aunque te lleves el portátil a los partidos, apágalo y animalas desde la grada😀

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    Respuestas
    1. *Siempre he sido más de baloncesto... quería decir😅

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    2. Gracias Fermín! Yo también siempre he sido más de baloncesto, pero ahora disfruto mucho de ver los partidos del equipo de mi hija. En los entrenos no me quedaba otra que estar con el portátil porque teletrabajaba, y creo que no era la única! ;-P
      Pero cuando son los partidos, me pongo a animarlas y las madres y padres se suman, así hemos levantado partidos donde las sentíamos derrotadas. No es fácil perder todo el rato y que sientan que es imposible ganar...

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    3. Nanda, me gusta porque expones temas que hacen pensar: el fútbol femenino, la posibilidad de jugar contra chicos, la confianza como motor para mejorar, cómo se "simbiotizan" entre ellas...todas esas cosas pasan y muestras también la evolución de los padres/ espectadores de esos partidos: antes más agresivos ahora menos directivos... Honestamente creo que estamos avanzando bastante en muchos ámbitos. Como anécdota personal te diré que mis hijos si ven que juegan chicas por la tele, pierden el interés y es mi padre el que les insta a mirar y les dice que las chicas del Barça juegan muy bien!! jaja! Petons

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    4. Estoy con tu padre, ¡el fútbol de las chicas es muy bueno! Se puede ver mucha técnica y menos cuento, supongo porque todavía no tienen tanta picardía como ellos. Muchas gracias por tu devolución. Estoy de acuerdo con Fermín que podrías ser crítica o analista de textos perfectamente. Y escritora también!!!!

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    5. Gracias Nanda! A seguir escribiendo. Bon estiu!

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    6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Nanda! Leí tu texto en Facebook y me gustó mucho, y ahora que he vuelto a hacerlo lo corroboro. Me gusta mucho la imagen que das al principio de padres sosegados que no dan órdenes y cómo su imagen a lo largo del texto se transforma en la de unos auténticos animadores que quieren dejar claro que nunca hay que dar nada por perdido de antemano. Muy bueno :)

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